La celebración del 1° de mayo tiene como fin la reivindicación de la lucha obrera, frente a la bestialidad capitalista. En todos los países del mundo se recuerda el episodio ocurrido el 4 de mayo de 1886 en la ciudad de Chicago, Illinois, Estados Unidos. El 1° de mayo, los trabajadores de todos los rubros habían declarado la huelga general por las 8 horas laborales y una mejor remuneración en sus salarios. 200 mil asalariados pararon y fueron reprimidos violentamente, tras una pelea con los rompehuelgas. De esta manera, la policía mató a seis obreros e hirió a varias decenas más.
El 2 y el 3 de mayo siguieron las protestas con represión por parte de las fuerzas de seguridad, declarándose el Estado de Sitio.
El 4 de mayo, en la plaza de Haymarket, más de 20 mil personas fueron hostigadas con furia por 180 agentes de policía; ante la salvaje represión un artefacto explosivo provocó la muerte de uno de los represores y varios heridos, lo que dio pie a una masacre entre la masas de obreros rebeldes.
Así, el Estado recurrió a responsabilizar a 31 trabajadores y tras sesiones de torturas, enjuiciarlos. De los 31, sólo quedaron efectivos ocho, de los cuales tres fueron condenados a prisión y los otros cinco condenados a muerte por horca.
Ante la terrible injusticia, el mundo entero, a través de la IIa.
Internacional de los trabajadores, generaron protestas en todo el mundo.
Los condenados, que hoy conocemos como "los mártires de Chicago" fueron: Samuel Fielden, obrero inglés de 39 años, condenado a prisión perpetua.
Oscar Neebe, vendedor de 36 años norteamericano, condenado a 15 años de trabajos forzados.
Michael Schwab, tipógrafo anarquista, norteamericano de origen alemán de 33 años, condenado a cadena perpetua.
George Engel, alemán de 50 años, tipógrafo anarquista, condenado a la horca.
Adolf Fischer, alemán de 30 años, periodista anarquista, condenado a la horca.
Albert Parsons, estadounidense de 39 años, periodista anarquista condenado a la horca; se entregó por su propia voluntad sin haber participado de los actos, por solidadaridad con sus compañeros.
August Spies, 31 años, alemán y periodista anarquista, condenado a muerte.
Lous Ling, alemán de 22 años, carpintero, que para no ser ejecutado se suicidó en su celda.
Las ejecuciones se llevaron a cabo en noviembre de 1887, pero los operarios lograron legalizar la jornada de 8 horas, demanda histórica del movimiento obrero mundial desde la creación de la I Internacional y del Congreso de Ginebra en 1866. Representó, sin dudas, un progreso en la conquista de derechos.
La Unión Soviética y los países socialistas declararon la fecha como Fiesta Nacional y día no laborable, a partir de 1921.
Hoy en día, la mayoría de los países del mundo celebran el logro, y conmemoran a los obreros anarquistas que fueron asesinados injustamente por el estado norteamericano, que paradójicamente, junto a Australia, Nueva Zelanda y Canadá, no celebran este día.
La victoria de los trabajadores norteamericanos fue motivo de inspiración para las luchas proletarias que se llevaron a cabo durante todo el siglo XX y en lo que recorrimos del XXI.
Este 1° de mayo de 2015, se realizan actos en toda la Argentina, porque aún, y pese a la leyes que figuran en la constitución, los talleres clandestinos florecen, bajo formas esclavas que sólo son posibles ante los actos de corrupción que hay entre los capitalistas y los funcionarios políticos.
Hace unos días, murieron dos niños, hijos de obreros, en uno de los tantos talleres clandestinos, en el bajo Flores, donde trabajaban entre 12 y 16 horas todos los días, incluso los domingos.
Sería bueno que la solidaridad, como en aquel entonces, surja con fuerza entre los oprimidos, para manifestarse y acabar con estas injusticias que persisten aún.
La izquierda y el peronismo de izquierda celebraron este día en diversos actos que se realizaron en la Plaza de Mayo, donde habló Jorge Altamira y en la plaza de Constitución. El sindicalismo burócrata de la CGT, no fue a ningún acto.