La controversia respecto a Santiago Maldonado crece desde mediados de agosto, pero su desaparición no es más que utilizada de forma política.
El caso tuvo su comienzo el pasado 1 de agosto con la desaparición física y, aparentemente forzosa, de un joven artesano llamado Santiago Maldonado de una protesta en reclamo por tierras mapuches, que fueron expropiadas por compradores extraños. En la misma intervino gendarmería nacional y desde entonces varias versiones del caso fueron explayadas. Desde testigos que afirman haber visto una escabrosa escena donde dos oficiales de gendarmería lo golpean hasta la muerte.
Hasta versiones que afirman haber visto al desaparecido vagando por tierras chilenas en total normalidad.
Lo cierto es que Maldonado no es ni el primer ni último desaparecido democracia. Así como su paradero es desconocido, lo mismo es para varios otro hombres, y en especial mujeres ya que son víctimas del amplio mercado de trata de personas a lo largo de toda la Argentina. Maldonado no vivía bajo los sistemas típicos de una sociedad civilizada, el aparente desaparecido vivía de forma recluida en una zona no urbana, además de presentar sospechosas conexiones con grupos anarquistas, y golpistas.
Distintas fuentes del Gobierno nacional por su parte afirman estar en intensa búsqueda del mismo. Por otro lado también corren versiones oficiales de que es probable que gendarmería haya sido responsable de su desapareción y posterior muerte en un caso de exceso de uso de la fuerza, ya que incluso han llegado testimonios afirmando haber encontrado el cadáver del joven, pero hasta ahora inciertas.
Lo único cierto es la utilización de este caso de forma partidaria y política. A ninguna organización anti-oficialista le interesa la aparición o no con vida de Santiago Maldonado, solo la utilización de su cara y su caso como un mártir en contra de la proclamada por líneas kirchneristas y de izquierda “dictadura macrista”.
Incluso la multiprocesada judicialmente y desvergonzada expresidenta Cristina Fernández de Kirchner se apersonó en medios con una foto de Maldonado exigiendo su aparición, cuando no solo bajo su gobierno cae la sospecha cada vez más clara del magnicidio del fiscal Alberto Nisman, sino que ella misma fue increpada por familiares de las víctimas de la tragedia de Once, a la cual ella hizo y hace caso omiso de su clara responsabilidad.
Antes de viralizar un caso lleno de contradicciones, y sin ánimos de defender la gendarmería nacional, que al igual que todas las fuerzas nacionales cuenta con un alto grado de corrupción, es necesario aclarar las aguas, y objetivar las declaraciones, para no jugar no solo con la vida humana, sino con la opinión general.