El sábado las 21 hs. en la calleCarlos Casares al 3200 de la localidad bonaerense de San Fernando, JorgeFernández de 77 años, se dirigía a su trabajo como vigilador cuando debiódetenerse ante lo que creyó era un “control policial” casi al frente de su casa.Pero lejos estaba de serlo, los supuestos policías quisieron quitarle su Renault9 y el septuagenario se resistió parándose atrás del vehículo. Los delincuenteslo atropellaron más de una vez dejándolo sin vida. Huyeron a pie para robarotro auto que fue lo que les permitió escapar.

El hijo de la víctima Damián Fernández, en medio desemejante conmoción, se dirigió a la comisaría esta mañana a las 8:15 hs.

 para sabersi habían avanzado en las investigaciones, pero ésta se encontraba cerrada “por inseguridad”. Elcomisario Blanco a cargo de la misma dijo que iniciará los sumariosadministrativos que correspondan. Independientemente de este hecho puntual, esestremecedor el estado de indefensión que tienen las víctimas de delitos y losciudadanos en general. No solamente por el episodio de la Comisaría, sino porla libertad con que los delincuentes pudieron montar el escenario de serpolicías municipales para así cometer delitos. Y además, hasta ahora no seconocen testigos del hecho, a pesar del lugar en el que sucedió.  Un hombre de setenta y siete años que iba a trabajar, es brutalmente asesinado en las puertas de su casa prácticamente.

Los resortes que deben usarse para combatir el flagelo del delito no están siendo contemplados por el poder político. No alcanza con más patrulleros, más personal, o que por fin les brinden los elementos que al momento deben procurárselos por sí mismos: llámese municiones, ropa, o incluso los refrigerios y viáticos. Para la jerarquización de las fuerzas de seguridad es sumamente necesario que ingresen o se mantengan allí personas idóneas con real vocación de servicio, que ante casos de desidia como éste la sanción sea realmente ejemplar.

Pero toda exigencia debe estar acompañada por una retribución digna, no los salarios paupérrimos que los policías perciben en este momento, no están a la altura de quienes deben dar la vida por sus semejantes. Hasta que esto no suceda, seguiremos desamparados.