Un aberrante suceso fue conocido gracias a los medios denunciando una realidad que ahonda la tragedia cultural y de control social que nos aqueja. Esto sucedió en el departamento de Avellaneda, Añatuya, Santiago del Estero, donde un sujeto de 66 años acaba de ser condenado a ocho años de prisión por medio de un juicio abreviado, por el delito de abuso sexual con acceso carnal doblemente agravado, tras haber cumplido una condena anterior por violar y embarazar a su hijastra con quien tuvo una hija, siendo esta hija fruto de ese abuso la víctima ahora de su propio padre, con quien el deleznable individuo tuvo un hijo-nieto.
El diario El Liberal, de Santiago y diversos medios del país dan cuenta que hace muchos años, en un paraje rural, este individuo se unió en concubinato con una mujer que tenía un hijo y una hija. A su mujer la golpeaba terriblemente y la insultaba, el dolor, la angustia y el terror eran moneda corriente. Pero lo peor de todo es que abusaba reiteradamente de su hijastra, hasta que la embarazó. La adolescente tuvo una hija y su madre a pesar de las amenazas de muerte a las que fueron sometidas, lo denunció y este sujeto fue condenado. Sólo cuatro años, ya que luego de ese breve lapso se le concedió la libertad condicional.
Ni bien le fue concedida, comenzó a acercarse a la humilde vivienda donde la hija de su ex concubina criaba a la niña fruto de ese abuso. Con la excusa de ayudar en la crianza, fue acercándose cada vez más hasta que se introdujo nuevamente en la vida de ellas. Y allí se reanudó la pesadilla vivida por esta humilde familia. El abusador comenzó a violar a su propia hija amenazando a sus víctimas de muerte sumado a brutales palizas y degradaciones verbales.Esta adolescente tuvo un niño y continuó violándola durante algún tiempo. Los investigadores judiciales ignoran las veces que realmente quedó embarazada la niña de su propio padre. Sólo saben que en el año 2012, la hija de este indescriptible sujeto, fue internada con un diagnóstico de embarazo ectópico.
Allí, la niña le comenta a su abuela, la ex concubina de este individuo, lo que realmente sucedía y nuevamente la mujer acude a la justicia para que detengan a este hombre. Se inicia así un proceso que deriva en la detención del sujeto. En el Centro Judicial de Añatuya, se desarrollaron las audiencias, y se expuso este aberrante relato de incesto y depravación.
En un juicio abreviado, el sujeto fue condenado por la jueza María Teresa Gerez a una pena de ocho años de prisión...ergo, en tres o cuatro años se encontraría nuevamente libre. Por suerte cuenta con 66 años al momento, pareciera que sólo la naturaleza lo va a detener, ya que las condenas para este tipo de delitos que deben aplicarse con cumplimiento efectivo es de 8 a 20 años.