Las relaciones entre Estados Unidos y Cuba toman un giro inesperado en los últimos días de diciembre, gracias a la mediación de su santidad el Papa Francisco, un papel de intermediación que ha sido fundamental en las conversaciones entre los dos gobiernos.
El levantamiento del bloqueo norteamericano sobre la isla cubana ha sido una de las noticias más importantes en la región y en el mundo, saludada por múltiples gobiernos de naciones de diferentes continentes.
En este desenlace en las relaciones entre estos dos países, hubo un intercambio de prisioneros políticos en ambos bandos y el establecimiento de las respectivas embajadas ya que se mantenía cerradas desde el inicio del bloqueo.
Este hecho ha sido recibido con gran satisfacción en Cuba por la población, y en Miami donde está gran parte de la oposición cubana que con el tiempo fue siendo menos importante en las relaciones entre los dos países.
En Latinoamerica ha sido recibida con gran alegría por los diferentes países, tanto aliados de Cuba como de Estados Unidos, ejemplo de Colombia, Chile, Venezuela, Guatemala, Bolivia y otros más de esta zona que eran muy críticos con este bloqueo insostenible que mermaba la relación entre los países americanos
Este acontecimiento abrirá las puertas a la isla del comercio de su más próximo vecino, y ayudará a Cuba a mejorar su endeble economía marcada fundamentalmente por la época soviética.
Incentivará a los emigrantes del país caribeño a invertir sus ganancias en suelo cubano sin ninguna restricción de las autoridades, que hasta el momento, se cebaban con ellos.
Esta mejora en las relación se hará poco a poco ya que no es fácil eliminar un bloqueo que lleva más de 40 años en vigor, y que a ahogado en la miseria a todo el país, e impedido su avance tecnológico en todos los sectores de la industria.
El artífice por la parte americana, ha sido Barak Obama, quien ha insistido desde que fue elegido presidente de los Estados Unidos, a pesar de las dificultades que le han impuesto desde el Partido Republicano, poco a poco fue imponiendo su voluntad sumada a la del presidente cubano, Raúl Castro, para llegar a un acuerdo que contente a las dos partes en conflicto.