Hace unos días se conmemoró el Día Mundial del ACV (29 de octubre), motivo por el cual entrevistamos al Neurólogo Juan José Cirio, un experto profesional con amplia experiencia en la compleja tarea de atender a los pacientes que sufren esta enfermedad.

En esta segunda parte del reportaje al Jefe de la Unidad de ACV de la Sagrada Familia, el doctor amplía sus conceptos sobre la importancia de una rápida asistencia, cita las posibles causas que provocan los dos tipos de accidentes cerebrovasculares (isquémicos y hemorrágicos) y enumera la cantidad de pacientes que atienden cada año.

 

¿Tiene una estadística de cuántos pacientes atienden?

 

Muchos. La clínica recibe mucha primacía de una patología: específicamente aneurismas cerebrales y malformaciones vasculares cerebrales. Y después la otra ocupación corresponde a los ACV agudos. Los ataques cerebrovasculares  se dividen en dos: isquémicos y hemorrágicos. Los hemorrágicos muchas veces son generados por aneurismas y malformaciones. Y esto es un centro de derivación nacional; llegan de todas las provincias. Hoy en la enfermedad cerebrovascular aguda, que es donde más podemos actuar, estamos alrededor de 200 pacientes anuales por ataques cerebrovasculares; o sea, de infartos cerebrales en curso.

Nosotros los consideramos así a aquellos que no llegan dentro de las primeras 6 horas. En aneurismas o malformaciones, esa cifra se triplica o cuadriplica; son más de mil por año.

 

 

En el caso de los pacientes que llegan con los casos más severos, ¿qué estudios y tratamientos recomiendan para controlarlos y monitorearlos?

 

Nosotros tratamos de adherir a las normativas de tratamiento de los principales centros integrales, lo que significa que hay que cumplir horarios una vez que el paciente atraviesa el problema. Esto te obliga a que si el paciente está arribando a la clínica dentro de las 6 horas de haber padecido un evento cerebrovascular, tenés que tener la tomografía o resonancia dentro de los 30 minutos.

Nosotros en el momento del accidente cerebrovascular en realidad utilizamos la resonancia. Sin la resonancia se trabaja con un protocolo corto, que no supera los 12 minutos, y que te da la idea exactamente de qué le está pasando al paciente. Si es un infarto, qué arteria se tapó y cuánto tiempo de evolución podés estimar. Si eso te habilita para hacer un tratamiento endovenoso, ¿quién va a poder recibir el tratamiento endovenoso? Los pacientes que llegan antes de las 4 horas y media. Vos le aplicás el tratamiento endovenoso, que tiende a destapar las arterias. Eso es lo que está aceptado a nivel mundial. Ahora, si ese paciente llega más allá de las 4 horas y media o ese tratamiento endovenoso no logró destapar las arterias, ya tenés que hacer lo que se llama tratamiento endovascular por convector.

Es lo más novedoso, que si bien nosotros lo venimos haciendo ya hace 6 años, la comunidad científica internacional hoy lo pone como el tratamiento para los ataques de tipo cerebrovascular y con obstrucción de grandes vasos. Entonces ahí el tratamiento es más complejo. Por eso la importancia de tener esos quirófanos trabajando las 24 horas del día los 365 días del año. Porque debés hacer ese tratamiento dentro de los 90 minutos de ingresado el paciente, y lo que tenés que lograr es colocar un catéter en una arteria, llevarlo hasta el cerebro y extraer el coágulo que tapó la arteria. Eso requiere un trabajo integral del instituto a la clínica para que funcione muy aceitadamente y no pierdas tiempo.

Porque si vos perdés tiempo, le estás quitando posibilidad de que se recupere el paciente. O sea, si vos no estás hábil para llevar esos tiempos o si se demora la cadena de trabajo, estás cometiendo muchos errores, más demoras y tiene consecuencias en el tratamiento. Hay algo que es muy claro: cuanto antes destapás la arteria, le das más posibilidades al paciente de que tenga menos complicaciones.