Esta tarde, a partir de las 17 hs se realizarán varias concentraciones en más de cien ciudades del país y frente al Congreso de la Nación bajo la consigna #Niunamenos. La convocatoria se extendió rápidamente por las redes sociales y la movilización se prevé multitudinaria, histórica y diversa.

Sin duda, el llamado fue ampliamente escuchado, no sólo porque las condiciones estaban dadas, ¡muere una mujer cada 30 horas en Argentina a manos de un femicida!, sino porque además, los movimientos feministas vienen desarrollando -en las últimas décadas- un arduo trabajo de denuncia, protesta y visibilización.

Es un gran avance para la historia del patriarcado en nuestro país que mujeres y hombres que queremos vivir en mundo más igualitario, salgamos a las calles para decirle basta al feminicidio y a las distintas formas de Violencia de género.

Las cuales, no podemos pasarlo por alto, deben ser problematizadas y repensadas en el contexto histórico de una estructura colonial -aún vigente- que organiza y jerarquiza las relaciones sociales, puesto que es imprescindible en América Latina, comprender la intersección que se da entre raza, etnia, género, sexo y clase, para luchar contra la violencia machista.

Las concentraciones serán diversas, habrá distintas voces, acentos, tonos, colores y tonalidades.

Los feminismos son movimientos heterogéneos, con reivindicaciones que no siempre coinciden, bienvenidas sean las diferencias, las discusiones y los debates, la ausencia de ésto es pensamiento único y el pensamiento único, mata.

Aún así, no debemos olvidarnos que a pesar de las diferencias, hombres y mujeres, tenemos objetivos comunes: interpelar a la sociedad y a nosotros mismos acerca de la discriminación hacia las mujeres, es fundamental; demandarle al Estado, en todos sus niveles, la implementación eficaz de políticas públicas con un abordaje adecuado y el efectivo cumplimiento de la Ley Nº.

26.485 de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales, sería un paso enorme; como también, comprometernos todas y todos para que no haya ni una mujer menos.

Asimismo, debemos estar alertas al doble discurso, es decir, atentas con respecto a quien dice Ni Una Menos, siendo el conductor de un programa de televisión que objetualiza el cuerpo femenino; a quien dice ni una menos, siendo un político que asiste con la mujer a ese programa; a quien dice ni una menos y pregunta ¿qué hiciste para que te pegara?; a quien dice ni una menos, siendo funcionaria pública que se define por el apellido del marido.

No obstante, #Niunamenos promete ser una bisagra en esta historia de crueldad y tortura que vivimos diariamente. Celebramos que se tomen las calles para decirle basta al patriarcado y a la naturalización de la violencia física, psicológica, sexual, económica y patrimonial, moral, simbólica y mediática, entre otras, contra las mujeres. De este modo, podremos comenzar a construir una sociedad más justa para todos y todas.