A pesar de que ya pasaron 14 años desde que comenzó a originarse este fenómeno, y de que consecuentemente se hable en todos los medios del tema, el número de víctimas sigue en alarmante aumento, entonces ¿cómo es posible que a pesar de que se sepa de que se trata, siga habiendo un sin fin de personas que caen en la trampa? los delincuentes son especialistas en generarle a su víctima, desesperación, angustia y por sobre todo miedo, miedo de que le maten a su familiar, por no responder urgentemente a lo que ellos le pidan. Aturden a su presa.
No la dejan pensar, a través de gritos y llantos desaforados de ese "familiar" que se encuentra "secuestrado", y amenazan con que si cortan el llamado, lo matan. Si uno tiene la opción de pensar en frío, es muy probable que algo del relato del "secuestrador" o del que se hace pasar por un familiar, no cierre. Pero si nos ubicamos espacio temporalmente y entendemos que es muy tarde por la noche o temprano en la madrugada, la víctima se encuentra durmiendo y se despierta con gritos de su propio hijo/a, hermano/a o esposo/a pidiéndole dinero para salvar nada menos que su vida, podemos naturalizar que lo que menos se piense en ese momento es en que lo están estafando.
Claro está que cualquiera puede caer en manos de estos estafadores profesionales y creerles. Una buena forma de poder resolver esta cuestión, es quedar con todos nuestros familiares en una palabra clave, en el caso de que esto ocurra, solicitársela al que nos está llamando. No es sencillo terminar con el tema de los secuestros virtuales, pero sí lo es un poco más, ser conscientes de su dinámica y estar preparados por si nos llega a ocurrir. De esta manera si se puede ir dejando sin efecto, el modus operandi de estos delincuentes y así disminuir la cantidad de estafas, progresiva y efectivamente.