La expectación de estos días por el choque entre los dos grandes rivales del Fútbol argentino, correspondía al lleno absoluto de una bombonera que vibró más por la emoción y la trascendencia de una rivalidad que está por encima de todo, que por el juego que hubo ayer.
Hacía una década que no se veían ambos rivales en una competición internacional y nadie quiso perderse un partido que comenzó con una sustitución a los pocos minutos, una entrada de Vangioni a Juan Manuel Martínez provocó la sustitución de este por Juan Pedro Fuensalida.
Este primer incidente fué síntoma de lo que iba a acontecer en una primera parte deslucida, con muchos parones en el juego, River intentaba parar las intenciones de Boca pensando en dejar el empate a cero goles para la vuelta en el Monumental y los locales no podían con la defensa puesta por los de Gallardo, estrellándose en un punto clave, el centro del campo en el que ambos equipos luchaban a base de más fuerza que técnica de controlar el partido.
La segunda parte comenzó con ligeras variaciones en las que al menos los dos cancerveros, Orión y Barovero, tuvieron alguna oportunidad para lucirse. Las ocasiones llegaron sobre todo con un "Negro" Chávez que intentó sorprender con un fuerte chut desde media distancia y el taconazo de Teo Gutiérrez que se marchó por poco.
Los espectadores se las prometían muy felices con un partido que al fin parecía que se abría pero fué un espejismo, River se enfangó en un continuo discurrir de faltas que volvieron a embarrar el juego y Boca respondió de igual manera, olvidándose de que necesitaba sacar al menos un gol para ir con más posibilidades al Monumental.
Lo ocasión más clara del partido fué de Gago en un cabezazo que Barovero detuvo en dos tiempos y que supuso la última oportunidad para romper el empate que deja la eliminatoria totalmente abierta y que deja en pausa la lucha, a la espera del partido de vuelta en un Monumental que se llenará con el deseo de que se vea un mejor espectáculo, a la altura de las instituciones que representan.