Los Chicago Bulls están en estos momentos muy por encima de los New York Knicks. El equipo de Illinois ha logrado desde la misma pretemporada llegar a una compenetración que permite que los partidos se jueguen casi de memoria, lo que les ha llevado a establecerse como uno de los grandes favoritos al título, junto a los Cleveland Cavaliers y los San Antonio Spurs, actuales campeones.
En el primer partido de la temporada para los Chicago Bulls quedó meridianamente claro que no será un equipo al que resulte fácil batir, han alcanzado un nivel muy superior. Absolutamente todos los cuartos lograron un resultado positivo o, en el último, un resultado de tablas cuando ya se estaban dejando llevar. El primer cuarto comenzó como casi todos los partidos contra los Chicago Bulls, con un juego conservador y de control. Manteniendo el juego y esperando a la llegada del fondo de armario que golpee con fuerza en la segunda linea y deje toda la responsabilidad a un equipo titular del oponente que suele acabar colapsando en el tercer cuarto.
El resultado fue de veinticuatro a veinte.
El segundo cuarto trajo una nueva ventaja para los de Illinois con un marcador de veintinueve a veintitrés. La segunda linea hizo su trabajo y en este punto muchos jugadores del equipo rival estaban en números más bajos de lo habitual. Sin embargo fue en el tercer cuarto donde llegó la autentica debacle.
Este tercer cuarto empezó con una diferencia de diez puntos y acabó con una diferencia de veinticuatro. Catorce puntos que se pueden resumir en una defensa que inutilizó el ataque rival hasta dejarlo en una sombra de lo que suele ser y una linea ofensiva que machacó de manera continuada el aro rival hasta superar los treinta puntos en ese cuarto.
El periodo acabó con treinta y uno a diecisiete.
El último cuarto fue un mero trámite. Ambos equipos sabían que todo había acabado y sencillamente firmaron la paz y esperaron a la bocina. Con actuaciones como esta los Chicago Bulls son cada día más aspirantes al título.