Aún hoy se lo discute a Lionel Messi en la selección. Los que lo acusan dicen que no pone lo mismo que en el Barcelona, los que lo apoyan lo justifican diciendo que en la selección Argentina no tiene ni a Xavi, ni a Iniesta. ¿Podrá el cordobés ex-Talleres, ocupar ese lugar?

Javier Pastore, está brillando esta Copa América, es el socio ideal de Messi a la hora del juego asociado. "El Flaco" de 26 años, está logrando lo que muchos jugadores intentaron y aun no pudieron, la difícil tarea de asistir a Lio, no solo para que haga goles, si no para desmarcarlo y que él tenga la opción de pase.

Pastore tuvo su debut con la celeste y blanca de la mano de "Maradona" que lo llamo "un irrespetuoso del Fútbol". Solo tuvo un partido bueno en el mundial de Sudáfrica 2010, y en la era Sabella casi no tuvo participación, más allá de algún amistoso.

Fue una de las "sorpresas" en la convocatoria del "Tata" Martino, y no decepcionó. Con 5 años más de carrera en la elite del fútbol Javier muestra que tiene pase, pegada, desmarca, algo de recuperación y juega muy bien con los espacios, no llega a igualar a Iniesta por supuesto, pero es un jugador muy inteligente, tampoco llega a ser Xavi, pero su precisión en los pases y pegada lo acercan bastante al jugador español.

Las condiciones del "Flaco" son inmejorables para que pueda destacarse y quitarle presión de marca a Lio, en momentos de brillantez puede emular el juego de los dos grandes crack del Barcelona y eso se nota en la cancha, Messi se transforma y los pases, su velocidad y pique al vacío se lucen ante un gran asistidor como Pastore.

El gran problema de "Javi" era la constancia y la consistencia en el juego, algo que parece superado en esta etapa de la selección, y poco a poco, partido a partido, está logrando una regularidad en el juego que lo está ubicando a nivel de figura como la Messi.

La fantasía de ver a estos dos diamantes por fin brillar en la selección Argentina se está convirtiendo en realidad, este sábado tienen la chance de demostrar hasta donde pueden llegar, y romper por fin, "la maldición de no tener copas".