El etiquetado que aparece en la cáscara de los huevos, está formado por una combinación de letras y números que proporcionan información sobre el proceso productivo del mismo, y que obedece a una norma obligatoria que rige en muchos países. En el caso de Europa, está vigente desde el año 2005 y la estampación de este código en el producto, debe realizarse con tinta roja alimentaria.

La serie comienza con un número que indica la forma de cría, lo que implica en cada caso, lo siguiente:

0 - ecológico: las aves se desarrollan en instalaciones similares a las camperas, su alimento es ecológico y su producción se ajusta a normas establecidas.

1 - huevo de gallinas camperas: son granjas con gallineros y también corrales para que las aves puedan desplazarse al aire libre.

2 - suelo: se mueven con libertad dentro de naves con varios niveles; en promedio se encuentran 9 gallinas por metro cuadrado.

3 - jaulas: las aves se crían dentro de estructuras metálicas acondicionadas para tal fin, la que posee un sistema que recoge los huevos evitando su contacto con el estiércol.

A continuación, le siguen dos letras que identifican el código del Estado donde se ubica la granja en la que se ha producido el huevo (por ejemplo en la foto: 'ES' España), y, posteriormente, una serie de dígitos pertenecientes a la granja en sí, proporcionada por la autoridad competente que dio el visto bueno a las instalaciones destinadas a la producción.

Los estuches o hueveras también deben mostrar información para el consumidor. La misma debe hacer referencia al modo de cría de la gallina ponedora, las recomendaciones para que el producto se conserve en frigoríficos, la fecha apta para su consumo que debe ser de 28 días desde la puesta y, el tamaño que se clasifica como:

XL - Súper grande, 73 gr.

o más

L - Grandes, entre 63 y 73 gr.

M - Medianos, entre 53 y 63 gr.

S - Pequeños, menos de 53 gr.

Todos los datos antes mencionados, deben estar impresos a su vez, en el embalaje exterior; esta acción es obligatoria para tener la información del producto interno sin abrir las cajas.

En Argentina, la Resolución Nº 154/2013 del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), actualizó el Reglamento de Inspección de Productos, Subproductos y Derivados de Origen Animal, adecuándolo a la reglamentación internacional y situándolo en concordancia con el Código Alimentario Argentino.

La modificación refiere específicamente al Capítulo XXII Huevos y Ovoproductos. En él se define el producto en sus diferentes estados, las características del proceso productivo y de su posterior comercialización. El punto 2.1. explicita que en caso de exportación, se 'deberá cumplimentar, además de las exigencias del presente capítulo, las del país de destino', sin hacer referencia alguna a la obligatoriedad del código impreso en la cáscara del huevo.

Lo cierto es que, el etiquetado no es una exigencia de las autoridades de la Nación, puesto que el SENASA no lo incorporó en la normativa antes mencionada, como condición para vender en Argentina.

A pesar de ello, algunas empresas de Entre Ríos, Córdoba o Santa Fe, entre otras, incluyen una impresión sobre el huevo que contiene la fecha de vencimiento y logotipo de la granja a la que pertenece, al parecer, para sumar valor agregado a su producto y diferenciarse de la competencia.

Asimismo, otra de las razones podría ser, el interés de estas avícolas locales por exportar a Europa, donde la normativa está vigente, y han comenzado a experimentar estos 'sellos' en las cáscaras, debido a que implica un sistema un tanto complejo que deben incorporar a sus empresas.