La primera vez que entré a uno de los "Bellagamba" no entendí cuál era el sistema, esperaba a que me atiendan y me sentí no tenido en cuenta, por lo que en un primer momento pensé seriamente en levantarme y retirarme del lugar. El tema fue que cuando decidí hacerlo vi a los clientes de otras mesas muy divertidos, charlando y riendo la gran mayoría, entonces pensé: "El equivocado debo ser yo, nadie está feliz en un lugar donde no lo atienden bien".
Como era tarde para ir a buscar otro restaurant para cenar llamé a uno de los empleados, fáciles de distinguir por su remera negra y le pregunté cómo se manejaban en el lugar. Muy amablemente me contó los pasos a seguir: uno debe elegir una mesa, pasar por la heladera, tomar una cerveza, gaseosa o lo que desee, debe agarrar su vaso y, si desea comer, también los cubiertos. Hay dos tipos de comidas, las que uno se sirve de mostradores, tales como empanadas, tartas o plato del día (que por cierto es muy económico) y las que están en la carta.
Una vez hecho esto uno pasa por la caja a abonar lo que retiró y a realizar el pedido si uno elige un plato que está en la carta.
Los menúes van desde minutas como todo tipo de supremas, matambre a la pizza y a la riojana, hasta pastas de todo tipo con gran variedad de salsas. Todos los platos con guarnición. Una vez abonado nos dan el pan, la sal, aderezos y un cartelito de madera con un número que llevamos a la mesa para que el mesero vea al momento de traer nuestro pedido.
Hasta ahí nada del otro mundo en comparación con cualquier restaurante a no ser por el hecho de que uno debe servirse solo. El tema toma valor cuando el mesero nos trae el plato pedido. Las porciones son ¡¡Algo monstruoso!! Cantidades industriales de comida en un plato de un tamaño más grande de lo normal. Uno come y come y no puede parar de comer porque los platos son realmente exquisitos pero parece que nunca se van a terminar.
Aunque a mí no me ganan debo reconocer que alguna vez salí del lugar herido de guerra en la batalla con la comida.
Esto es lo que nos pasa cuando vamos a Bellagamba y lo más importante de todo es que no debemos esperar a cobrar el aguinaldo para darnos el gusto de ir a comer afuera, los precios son algo increíble. De todas las veces que fui, aun pidiendo los platos más caros de la lista y tomando, además, la cerveza más cara de la heladera, nunca gasté más de $160 comiendo con mi pareja, ¡¡SI!! Así como lo leen, aboné un promedio de $80 cada uno, "Una bicoca" diría mi abuela.
Una ventaja muy importante para los que queremos llegar temprano a casa es que los platos los sirven muy rápido, por lo que además de gastar poco, uno llega a su casa sin perder demasiado tiempo y sin platos para lavar.