Raúl siempre estuvo a la sombra de su hermano Fidel, un líder de la Revolución Cubana que con su gran carisma fue durante muchas décadas la cara visible de Cuba.

Ahora que no ostenta la presidencia del país, su hermano Raúl con el paso del tiempo ha tenido que tomar decisiones y parece que quiere mantener su impronta. En el discurso de cierre de la Asamblea Nacional expresó su total convencimiento de que Cuba no debe renunciar a sus principios por tener buenas relaciones con USA. Los cubanos esperaban que Fidel al menos dijese algunas palabras aunque fuese en el periódico del partido pero sigue en silencio.

Cuando accede al poder Raúl en 2006 había serias dudas de si el sucesor de Fidel podría llevar a cabo las reformas que un país en crisis y con una economía totalmente ineficiente necesitaba, ahora la situación no ha mejorado en grandes números, pero si se nota una leve mejoría en el día a día de los cubanos. Ahora pueden viajar al extranjero previamente autorizados por el estado, comprar o vender coches, alquilar inmuebles en las empresas gestionadas por el estado e incluso trabajar por cuenta propia en empresas estatales.

Todos estos pequeños grandes avances han tenido su culmen en las secretas negociaciones e Cuba y Estados Unidos que tuvieron su remate con una conversación telefónica entre Raúl Castro y Barack Obama en la que se concretó el acuerdo.

Raúl Castro de 82 años de edad dejará su cargo en 2018 al no presentarse de nuevo. Su sustituto será el vicepresidente Miguel Díaz-Canel, de 53 años de edad. Desde el exterior hay dudas de que algún día llegue a sustituir a Raúl, el tiempo dará o quitará razones...

En teoría Miguel será el encargado de rematar el proyecto de Raúl de un "socialismo próspero y saludable" que intentará renovar las estructuras de un estado que atraviesa durante ya muchos años enormes dificultades económicas.

Se presentan meses de muchas reuniones y de novedades en muchos temas que afectan a los lazos entre los dos países, con un protagonista claro, el pueblo cubano que se merece dejar de pasar los padecimientos que ha causado el embargo o su propio régimen.