Durante la 70° Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se revivieron las viejas “tácticas diplomáticas” de aquella Guerra Fría que mantuvieron Estados Unidos y Rusia, iniciada por allá en la década de los años 50.

El principal protagonista del quiebre ruso-estadounidense que se vivió este 28 de septiembre en la ONU fue Siria y el conflicto que atraviesa esta nación árabe desde hace cuatro años orquestado por extremistas radicales que han dejado más de 200 mil muertes y millones de desplazados, que han originando a su vez una crisis de refugiados en Europa sin precedentes en la era moderna.

Primero fue el mandatario estadounidense Barak Obama quien habló sobre la posición de su país ante el conflicto árabe. Obama acusó al presidente sirio Bashar Al Asad de ser un “tirano” que llevó a su país a una guerra civil y lamentó que algunos países presten apoyo al “régimen sirio”, una clara línea hacia Rusia.

El presidente estadounidense agregó que una solución al conflicto sirio pasa por la “salida” del poder de Al Asad. Obama manifestó su oposición a la permanencia del gobierno sirio y matizó que no puede haber, “después de tanto derramamiento de sangre, de tanta matanza, un regreso al status quo anterior a la guerra".

Pero su par ruso, Vladimir Putin, quien diez años después volvió a intervenir en una asamblea general de la ONU, aclaró que “sería un error enorme no cooperar con aquellos que combaten frontalmente el terrorismo", un claro apoyo al presidente Bashar Al Asad y una respuesta contundente a las palabras de Obama.

El discurso del presidente ruso estuvo claramente dirigido a la nación norteamericana y aseguró que el conflicto en Medio Oriente fue ejecutado por potencias extranjeras “que se metieron con gente muy cruel”.

"Todos los intentos de jugar con los terroristas, de financiarlos, son fatales”, advirtió Putin, al tiempo que alertó sobre las “consecuencias catastróficas" que esto traería al orden mundial.

Sin mencionar a Obama, el presidente ruso catalogó como “hipócritas” las declaraciones de aquellos países que hablan de la lucha contra el terrorismo pero que al mismo tiempo “financian” a extremistas.

Puntualizó que en el conflicto sirio los extremistas del Estado islámico (EI) son apoyados y financiados por Occidente, por lo que admitió que Rusia sí presta apoyo militar a Siria e Iraq para que combatan a los mercenarios en sus territorios.

Denunció también que desde occidente se siguen exportando las llamadas "revoluciones democráticas" que han dejado a su paso destrucción. "En lugar de democracia, tenemos destrucción", lamentó.

Finalmente, instó a iniciar una coalición internacional, "similar a la que se hizo contra Hitler", en donde participen todas las naciones, principalmente las musulmanas, para acabar con el flagelo del EI, que no solamente amenaza a los países de Oriente Medio sino que además “ha manchado su religión”.