Dilma Rousseff es suspendida como presidente de Brasil por seis meses, ya que será sometida a juicio político. Luego de una larga sesión de 21 horas, el Senado de aquel país decidió apartarla del cargo. Su lugar será ocupado por el vicepresidente Michel Temer. A Rousseff se la acusa de Fraude fiscal en la administración del presupuesto federal. También es investigada por corrupción en el caso Petrobras. Para empeorar la situación, su país atraviesa una profunda recesión económica, que interrumpió el crecimiento fenomenal que tenía cuando Lula era presidente.
Rousseff denunció un 'golpe moderno' en su contra, que no se está respetando la Constitución brasileña, ni la voluntad de los ciudadanos ni lo que dijeron las urnas, cuando ella fue elegida por 54 millones de personas. También agregó que está echando a perder 13 años de éxitos y comprometiendo, para mal, al futuro de Brasil. Rousseff se autodeclaró como víctima de una farsa política. Además señaló a su vicepresidente, Temer, como un traidor que está liderando un golpe de estado contra ella.
A la presidente destituida la acusan de 'arreglar' el presupuesto federal y usar artimañas contables para esconder un déficit altísimo. Ella responde que esas acciones no son ningún delito y que presidentes anteriores a ella, han usado esas tácticas, y no tuvieron ninguna repercusión.
Rousseff afirma que su destitución tira por la borda todo lo bueno que construyó el Partido de los Trabajadores (PT), quienes sacaron de la pobreza a 35 millones de brasileños y creó la clase media en ese país.
Michel Temer es quien ocupará el cargo de Roussef. Temer es un político que tiene muy buena relación con los empresarios de esa nación y esperan que revitalice la economía, la cual no crece hace varios años.
La presidente destituída invitó al pueblo brasileño a movilizarse contra la situación injusta que ella está viviendo porque es la única manera de recuperar su legitimidad y que Brasil recupere su lugar de potencia emergente en el mundo.