Italia aprobó la unión civil entre personas del mismo sexo. Se llama 'la ley Cirinná', en honor a su creadora, la senadora Mónica Cirinná. La misma establece el apoyo anímico y económico recíproco, poder llevar el apellido del compañero, autorización de residencia para la pareja extranjera y pensión de supervivencia. Igualmente, esta ley no autoriza la adopción de niños, ni requiere el compromiso de fidelidad mutuo, porque no quisieron comparar esta ley con la del matrimonio. La comunidad gay italiana está muy contenta, a pesar de las falencias, porque creen que este es el primer paso hacia el matrimonio igualitario.
Italia estaba muy atrasada respecto a la legislación de uniones entre personas del mismo sexo, si se la compara con otros países occidentales, quienes aprobaron el matrimonio gay hace mucho tiempo. La presencia del Vaticano pudo haber influido en ese retraso, ya que fueron muchos los proyectos que fracasaron para legalizar la situación de miles de parejas homosexuales. El tema más cuestionado era la posibilidad de tener hijos de esas uniones, puesto que muchos creían que era un mal ejemplo para los niños y los adolescentes.
Matteo Renzi, primer ministro italiano, fue quien más impulsó esta ley. Él es un católico practicante, pero era consciente de lo relevante que era aprobar esta ley, porque Italia no podía seguir estando tan atrasada respecto de este tema , en comparación a otras naciones.
Aunque los gay no pueden adoptar niños en ese país, la comunidad LGBT italiana cree que en algún momento eso se podrá hacer, debido a la evolución natural de la sociedades, que de a poco va aceptando nuevas realidades, aunque a muchos les parezca algo malo.
La Iglesia Católica fue el gran obstáculo para la legalización del matrimonio gay, ya que lo consideran inmoral.
Renzi tuvo que ceder ante presiones de la Iglesia, para poder aprobar esta ley. Los homosexuales italianos esperaban una legislación más fuerte al respecto, pero saben que se necesita tiempo para revertir esta situación.