Lejos está España de Argentina, pero cuando hablamos de una enfermedad como el ébola las distancias se hacen cortas. Ahora mismo el mundo está mirando a España, por ser el único país en el que las medidas de seguridad para evitar el contagio del ébola de sus profesionales sanitarios han fallado. España repatrió a dos misioneros infectados con la enfermedad. Se suponía que seguían estrictos controles de seguridad. Los misioneros fallecieron. Y a los pocos días del fallecimiento del segundo de ellos el 25 de septiembre, el mundo se entera de que una auxiliar de enfermería, Teresa Romero, se ha contagiado con la enfermedad.
El marido de la enfermera ha declarado que esta siguió estrictamente los protocolos de seguridad establecidos. Ella ha dicho lo mismo. Ahora el mundo entero se pregunta si el Gobierno de España está preparado para hacer frente al problema. Por el momento solo hay una persona contagiada y alrededor de 50 bajo vigilancia, sin embargo, la comunidad internacional tiene dudas.
En primer lugar, está la cuestión de cómo ha sido posible el contagio, a pesar de que se siguió un estricto protocolo. Cabe preguntarse si el protocolo era tan estricto como se suponía. Asimismo, se abre la cuestión de si el sistema sanitario español está realmente preparado para hacer frente a un virus como el ébola.
Aunque se dice que es improbable que haya un brote epidémico en Europa, el que no lo haya depende, en gran medida, de lo que ocurra durante los próximos días en España. A este respecto, merece la pena destacar que sindicatos y profesionales de la salud españoles han puesto de manifiesto que el país no está preparado para enfrentarse al ébola, sobre todo por lo que respecta a la formación del personal sanitario.
Desde este punto de vista, desde Bruselas se están pidiendo explicaciones al gobierno español. En segundo lugar, está el asunto del pánico de la gente. Aunque sea improbable que se produzca un brote epidémico, sí que parece inevitable que surjan algunos casos más. Estos tienen el potencial para generar un estado de pánico colectivo en la población, el cual puede tener consecuencias catastróficas.
Si tenemos en cuenta la gestión más que dudosa de la crisis del ébola y si añadimos una población que tiene un alto grado de desconfianza hacia su gobierno, el caldo de cultivo para el caos está preparado.