El sábado Miguelito ni apareció por la jornada de los muchachos del "Tuerto" Saravia. Y el lunes a primera hora tuvo la réplica en su oficina. Los tipos como la vez anterior se habían apostado, esperándolo, le habían recriminado su ausencia, y Miguelito se excusó argumentando que no había podido ir. El sábado que viene es la última chance Rigamonti, le sentenciaron, y se fueron.

Miguelito pasó a buscarla a Mariel, la estuvo esperando en un plenario de Guillermo Albornoz que se hacía en una de las aulas de Bellas Artes. Cuando salieron la tarde se iba apagando, y mientras oscurecía caminaron juntos de la mano por la calle paralela a la Facultad hasta dar con un bodegón en donde entraron por unas cervezas y unas porciones de pizza.

Miguelito y Mariel tenían mucho en común, quizás los Libros, quizás las miradas, quizás el espanto a los muchachos del "Tuerto" Saravia. El sábado mientras daban un paseo en búsqueda de unas frutas los muchachos del "Tuerto" lo vieron a Miguelito con Mariel; sabían quién era ella; se les presentaron y la cosa se puso áspera; a ella la insultaron y a él uno de los muchachos quiso pegarle, pero el piñón terminó impactando en Mariel que cayó contra el cordón de la vereda, lo cual motivó que el golpe fuera aún más duro.

Mariel sangraba en la frente. Miguelito reaccionó como nunca antes se lo había visto; le había agarrado el cuello a uno de los de Saravia y al doblegarlo y finalmente tirarlo al piso no paraba de pegarle de derecha a izquierda.

Otro de los muchachos del "Tuerto" se le había zambullido encima y sobre la vereda se golpeaban entre todos. Uno de ellos agarro una botella del canasto de la basura y Miguelito logró sacársela y fue él quien con el mismo objeto pasó a golpear a sus agresores. Todo terminó en desgracia, en un desenlace tragicómico uno de los del "Tuerto" perdió un ojo.

El episodio se comentó en todos lados, en el barrio cercano a la Facultad, en el Ministerio, en las librerías. Miguelito se tuvo que ir del Ministerio; el "Tuerto" Saravia arrasó en las elecciones; Mariel después de ese día y del cimbronazo de los resultados políticos decidió alejarse de la militancia.

Los que lograron verlo dicen que Miguelito no se perdona cómo reaccionó, cuentan que a alguien le dijo que de haber optado por una actitud pasiva quizás nada hubiera sucedido. Durante este tiempo los muchachos del "Tuerto" Saravia siguieron ganando elecciones y apostándose en las oficinas de los "impostores del libre pensamiento".