Es incuestionable que toda imposición de una potencia colonial a un pueblo teóricamente "inferior y desprotegido" es difícilmente digerible por este último, casi sin excepciones. También es innegable que la gestación de la Revolución de Mayo y la posterior independencia Argentina fue el resultado de importantes factores externos que envalentonaron a los criollos y debilitaron a las fuerzas monárquicas; factores como la derrota de los ingleses durante las invasiones al Río de la Plata, la filosofía surgida de las revoluciones francesas y los movimientos estadounidenses y la invasión de España por Francia allá por 1806.

Sin embargo, estos acontecimientos internacionales no diluyeron la potente bomba de tiempo interna que significaba la falta de empatía, casi visceral, de la naciente sociedad argentina con el absolutismo español, con su sistema político de reyes y virreyes y con los pésimos ejemplos que en muchos casos, mostraron sus representantes ante un pueblo que siempre prefirió las decisiones populares para tomar sus decisiones y definir su destino. El reloj de esta bomba empezó a funcionar desde muy pronto, aunque no siempre se tenga en cuenta que, a pesar del "poder absoluto" que ostentaban los virreyes, ya en 1806, hubo designaciones de gobernantes por decisión y voluntad popular, a pesar de la autoridad realista.

A esta voluntad creciente -también propiciada por la total ausencia "de seducción" por parte de la potencia colonial respecto a la sociedad argentina- , se añadieron ejemplos como los del Virrey Sobremonte, que solo pensó en huir de Buenos Aires ante el ataque inglés, con sus arcas reales hacia Córdoba; la represión sangrienta de los movimientos emancipadores de Chuquisaca y La Paz o el desbanque sistemático de los criollos por parte de los españoles en los cargos públicos.

Estos comportamientos, sumado al apabullante triunfo en el ámbito público y económico de las ideas criollas sobre el afán monopolista de la corona, sólo sirvieron para incrementar esa falta de empatía ideológica e hicieron que la cáscara de la revolución se empezase a romper.

Sin duda, los acontecimientos externos señalados anteriormente han tenido una incidencia de relevancia en la consecución de la Semana de Mayo como la semilla de la independencia nacional, pero muy probablemente, si los mismos no hubiesen existido o no hubiesen llegado a estas tierras, el estallido del poder español en el Río de la Plata, se hubiese producido igualmente.

Simplemente no había ninguna compatibilidad ni afinidad ideológica entre el republicanismo y la "conciencia popular" de la joven sociedad argentina, y el uni personalismo y el poder monárquico concentrado de la corona española.

Esta convivencia fallida entre idiosincrasias opuestas e imposiciones coloniales, dio lugar al nacimiento de aquellos próceres eternos de la historia nacional.