Hace 205 años se logró algo histórico en el país. Dentro de un contexto hostil, diezmado y revolucionario, se conformó el primer gobierno patrio. Esto significó la victoria popular, unificada y fue el puntapié inicial para que dentro de seis años sea declarada formalmente la independencia. Hoy, esa unión, ese unánime sentimiento parece remoto ya que la violencia y el desamor por la patria son tendencias cotidianas.
¿Qué es lo que nos hace argentinos? Demasiados elementos responden esta pregunta. La realidad indica que somos noticia mayormente por actos delictivos, siniestros, corruptos, viles, desleales y mucho más.
Hoy tenemos todo para ser un gran país, sin embargo elegimos esquivar esta posibilidad. Nos ciega la ambición, la posibilidad de arribar a determinado objetivo en forma ilegal. Hoy el argentino mata a otro argentino por dos mangos, por un par de zapatillas, por un simple teléfono celular. ¿Dónde quedó la lealtad unificada de hace dos siglos atrás? Encerrada,
Demasiados intereses de infinitos índoles privan la oportunidad del progreso. Hoy, no estar de acuerdo con determinada idea, partido político, equipo de fútbol, gusto musical o condición sexual recaen en la odiada discriminación, en delito o hasta en la muerte misma. ¡Qué sociedad tan enferma! Y todos somos cómplices, porque poco hacemos por el cambio.
Es fácil caer en perezosas palabras adjudicándole la responsabilidad a políticos o figuras públicas, cuando ellos son la oscura parte de este juego. ¿Qué celebramos hoy? Pocos saben, pocos lo comprenden. Me incluyo.
El fútbol muchas veces funciona como espejo social. Es idéntico. Lo reprimido cuando está cautivo te pide salir, citó un gran músico alguna vez.
Y esta luz brilla en el cielo más siniestro, el de la violencia. Las muertes y la inseguridad nos asechan. De a poco consumen toda esperanza alguna por ese cambio, esa revolución, esa honestidad. Hoy, 25 de mayo, después de 205 años parece que toda esencia Argentina se ha perdido, que la sociedad está dividida, que la unificación parece inalcanzable.
Revolución de la falta de afinidad