¿Qué nos sucede a los argentinos que no podemos disfrutar de un clásico del Fútbol? Cuesta imaginar un desenlace semejante después de tanta expectativa de los fans que nos reunimos a ver un espectáculo deportivo. Algo que debiera ser una fiesta se convierte, por la brutalidad de unos pocos y la impericia de muchos, en una tragedia.

Justamente ayer, 14 de mayo se conmemoraba el Día del Futbolista. Y además, había acontecido un hecho lamentable como la muerte del jugador de San Martín de Burzaco, Emanuel Ortega.

¿Cuánto hubo de responsabilidad en la muerte de Emanuel Ortega? ¿Cuánto hay de responsabilidad en la actitud de faltar a los controles y hacer las cosas a medias?

Nos preguntamos si estos hechos revelan un problema social; si detrás de tanta inoperancia, existe una idiosincracia argentina que nos compele como una ley de causa y efecto.

Es lamentable. No creo que esto sea así. Lo que sorprende es que ninguno quiera asumir la responsabilidad de los hechos.

Los que estuvimos viendo el partido de Boca-River en nuestros hogares, en familia, pudimos ver por televisión cómo los jugadores de River Plate eran agredidos, cuyas imágenes luego se esparcieron por todo el orbe.

Son personas reconocibles. Pero no sabemos quién debería estar investigándolas y juzgándolas. Encima, en medio de ese caos, con los jugadores de River atacados con lo que hasta el momento se especula que fue gas pimienta, aparece un drone en medio de la cancha con la alegoría del fantasma de la "B", refiriéndose al conocido descenso que sufriera River a la B Nacional.

Es triste pensar que nadie de la seguridad advirtió el ingreso de ese drone a la cancha, lo mismo que las bengalas, y ni pensar, del "gas pimienta".

En el mismo video que se está transmitiendo por todos los medios de comunicación, no solamente se ve a la persona que realiza un agujero en la manga por donde ingresaban los jugadores de River, sino que también se observa a una persona de la seguridad privada mirando de reojo lo que acontece, y luego dando la espalda.

¡Por favor! Es fácilmente distinguible. Pero parece que nadie quiere verlo.

Es fácil hacerse el ciego y dejar que todo transcurra. La complicidad es la salida más sencilla pero lamentablemente la más fatal y la que debiera ser más punible.

La justicia es una dama ciega, pero no la malinterpretemos. No se da la vuelta para no ver lo que pasa, sino por el contrario, es ciega para no hacer favoritismos, para que todos sean iguales ante la ley y juzgados de acuerdo a sus actos, sea quien sea: rico, pobre, poderoso o ignoto.