El reconocido semiólogo declaró: "las Redes Sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas", en una conferencia de prensa en Turín.
Esto va de la mano de manifestaciones anteriores respecto al poder de Internet de poner el tonto como portador de la verdad y, el peligro de las redes sociales que permiten enmascarar la identidad de las personas.
Particularmente creo en que las redes sociales a nivel ciudadanía han permitido dar un paso hacia adelante. Twitter, por ejemplo, funciona en muchos casos como canal de expresión de la opinión ciudadana, las quejas, la promoción de ideas colectivas para solucionar problemas, incluso para imponerse frente a los candidatos o actuales representantes políticos pidiendo explicaciones y soluciones.
Todos estamos de acuerdo en que el avance de la tecnología y el Internet en formato 2.0 han hecho que muchas personas que antes no expresaban su opinión lo puedan hacer desde un simple vídeo, audio, fotografía y, por supuesto, de las redes sociales en general. La nueva era, que posibilita el libre acceso a la información, carece de selección previa de esos contenidos ya que una de sus premisas es la interactividad.
Característica que permite a cada usuario crear contenido, hacerlo circular o reproducir el existente. Esto es a la vez una ventaja y una desventaja. Ventaja para el que puede hacer un uso provechoso y, desventaja para el que sólo recibe los impactos multimediáticos de la información.
No niego que en la vasta red que forma Internet muchas personas, incluso quizá la mayoría, no lo utilizan para dar su palabra frente a los problemas sociales o cooperar en la reflexión y conocimiento colectivo, sino más bien todo lo contrario.
Pero ¿afecta realmente eso a la sociedad? La invasión de imbéciles de la que habla Umberto Eco es, en todo caso, la misma invasión que está presente día a día en la sociedad. Y hoy por hoy, que hable en las redes sociales es igual a lo que hacían antes en los bares después de una copa de vino.
Así como ha cambiado la tecnología e Internet ha cambiado la sociedad, sus usos y costumbres.
Hemos adquirido nuevas habilidades y destrezas. Lo que seguramente nos falta es hacerlo consciente en todos los aspectos empezando por incluirlo en la educación. Ésta debe bregar por que cada persona adquiera las herramientas necesarias para discernir acerca de la información que circula, poder establecer lo que es verdad y lo que no es, sobrevivir a la sobreinformación y la desinformación y luchar entre la saturación y sobreestimulación de internet.
Internet no nos hace bien o mal en sí mismo, como tampoco nos hace inteligentes o tontos. Todo depende del uso que hagamos de él.