Abuela: ¿Por qué Miguelito siempre viene al cole todo lastimado? Terror. Angustia. Desazón. Una profunda tristeza me embarga el corazón cuando escucho a mi nieto decir estas palabras. Me pregunto qué nos pasa como sociedad para llegar a este punto. Con qué necesidad nuestros chicos tan cuidados, tan queridos, tienen que ser testigos del maltrato y la violencia intrafamiliar.

No me puedo explicar que lleva a un padre, madre, padrastro (si se los puede llamar así) o lo que sea, llegar al punto de maltratar de esa manera a sus hijos. Ni siquiera los animales tratan así a sus crías.

¿Cómo es posible que no podamos parar de alguna manera a estas bestias?

Algunos dicen que por que así los "educaron" a ellos; otros que por las drogas o el alcohol, pero lo cierto es que nuestros angelitos son los chivos expiatorios de una situación insostenible que como sociedad no podemos seguir ocultando.

La escuela, lugar a donde concurren a diario para recibir educación, se transforma en estos casos en la única salida que tienen estas criaturas para poder paliar de alguna manera este tormento. Según lo informa el Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes de la Ciudad, recibe 19 denuncias por día por violencia contra menores. Y la mayoría provienen de las escuelas donde detectan las agresiones.

Ahora bien, si la escuela no toma partido con los elementos que tiene a su favor , denunciando y trasladando a los organismos que se encargan de brindar el apoyo correspondiente, estamos en un grave problema. Porque es tan culpable el violento como el cómplice de la violencia. Y si uno sabe lo que está pasando y no lo denuncia, se convierte en un agresor más.

Por eso la escuela es una pieza clave en estos casos.

Cuando eso ocurre, no debemos mirar al costado. Como sociedad debemos hacer algo. No sólo parar al violento sino también denunciar debidamente y estar muy alertas como docentes ante cualquier sospecha de maltrato. No debemos olvidar que esta a veces es la única garantía de vida para estas victimas inocentes. Estemos alertas. Cuidemos a nuestros hijos.