Obama pisó Argentina para ungir a Macri como el mejor alumno del FMI y personaje ejemplar de una nueva relación con Latinoamérica. Mauricio representa la restauración conservadora en la región, que significa el sometimiento total regional a EE.UU.

La defensa de los derechos humanos a la que ambos se refirieron no es más que un mero formulismo, no les interesa; fue una cachetada cuando los argentinos conmemorábamos el 40 aniversario de los 30 mil desaparecidos.

Macri ofreció a Obama lo único que pretende: que favorezcamos los intereses económicos estadounidenses. Nos otorgará créditos en los próximos dos años.“Los logros” han sido posibles por el compromiso de nuestro Jefe de Estado: pago incondicional a los buitres y acuerdo con los holdouts mediante los US$ 12.500 millones que pedirá prestados para abonar.

La prensa macrista nos pintó un Obama pacífico que prioriza los derechos humanos (cuando EE.UU. los viola desde siempre), prometiendo abrir documentos ocultos de la última dictadura cívico militar. En tanto, los mandatarios acordaron que la seguridad de ese país se mueva en Argentina portando armas.

Mientras el kirchnerismo nos integró con Latinoamérica, Macri nos regresó a las “relaciones carnales” y EE.UU. reapareció con sus exigencias económicas. O guerra fría o terrorismo, pero el eterno objetivo norteamericano es dominar las economías extranjeras.Como obliga Obama, Mauricio nos acerca a la Alianza del Pacífico con un Estado inhabilitado para conducir su economía y entregado a las trasnacionales.

El terrorismo fue una herramienta contra el comunismo, declaró Obama, justificando por lo tanto el apoyo de Norteamérica a los Golpes de Estado en América Latina y añadió que busca la derrota del “terrorismo internacional”. Si sostuvo que quiere cerrar el campo de concentración de Guantánamo, no es por motivos humanitarios sino económicos ante la caída mundial de los “commidities”; no proyecta más gastos; en Guantánamo los norteamericanos colocaron US$ 450 mil millones.

Según Obama su país no apoyó ni financió ningún genocidio en Sudamérica, se atrevió a manifestarnos. De la guerra fría pasa a la guerra económica como lo hace en Oriente, con medios políticos, financieros y militares y promoviendo la violación a los derechos humanos en el mundo.

Pero diferenciándose de los conceptos de Barack, este 24 de marzo Cristina publicó en las redes sociales la carta de Walsh a la Junta Militar, en la que describía las atrocidades del genocidio.

Por su parte, Estela Carlotto en Plaza de Mayo cuestionó al Gobierno macrista, “a diario vulnera los derechos”. Su discurso fue censurado por la mayoría de los medios. Pidió la libertad de Milagro Sala y criticó que EE.UU. no cerró Guantánamo.

Remarcó que hace falta saber toda la verdad de dónde están los cuerpos desaparecidos y los nietos apropiados, que es obligación de los estadounidenses que saquen a la luz sus archivos sobre la Dictadura dada su indiscutible intervención y que accedamos a ellos.

Apeló por la defensa de la democracia; denunció al actual Gobierno por los miles de despidos, la criminalización de la protestas y la profundización de la violencia institucional.

En paralelo, Macri prohíbe decir dictadura cívico militar, hay que llamarla “dictadura militar”.

Esta es la orden que dio a Radio Nacional: clausura la memoria de que tuvimos Martínez de Hoz y compañía, muchos civiles y empresarios, dirigentes políticos y sindicales colaboradores directos de la Dictadura.