Las últimas declaraciones del titular del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y candidato por el PRO a las próximas elecciones presidenciales, Mauricio Macri, además de inoportunas y desafortunadas, constituyen en sí mismas una grave falta de respeto hacia todos aquellos trabajadores, tanto estatales como los que trabajan en Organizaciones No Gubernamentales y que se desempeñan honradamente en esta materia.

Mauricio Macri se ha equivocado rotundamente al querer, en apariencia, "blanquear" en su discurso electoralista a determinados funcionarios que, dentro del estado, desempeñan un cargo, o una función relacionada con el ámbito de los derechos humanos.

Con una mirada un tanto más benigna, tal vez la de aquellos que simpatizan con Macri, puede entenderse que el jefe del gobierno porteño se refería a aquellos "presuntos ñoquis", que llegan por acomodo a ocupar cargos públicos y que luego, encima, cobran por no hacer nada. Para dar un ejemplo, entre miles, recuerdo al cuñado de Carlos Saúl Menen, que había sido Perito Comercial en Siria, y que fue "asesor presidencial", "agregado comercial" y creo que ocupaba un alto cargo en aduanas, todos pagados con sueldos públicos.

Pero aquí se trata de otra cosa. Mucho más peligrosa que una simple promesa electoral de buena conducta y transparencia que después, seguramente, ni los propios funcionarios de Mauricio Macri vayan a cumplir, porque nepotismo hay en todos lados, es la confusión entre el ámbito de los Derechos Humanos con el acomodo, con la impostura y finalmente con la política.

A Mauricio Macri hay que recordarle que en Argentina la dictadura de Jorge Rafael Videla asesinó a 30.000 argentinos. A partir de allí hablar y decir cualquier cosa en el tema de los Derechos Humanos en Argentina, además de serio y complicado, es algo que merece el mayor de los respetos. Todo lo que se ha conseguido en Argentina en materia de Derechos Humanos ha sido a fuerza de luchas históricas que costaron la vida de muchas personas.

Por otra parte, y para demostrarle a Macri que "no todo es política", y "que no todos son ladrones o ñoquis" en la República Argentina, también vale la pena recordar que , entre las numerosas personas que trabajan en derechos humanos, desde Estela de Carloto, en la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, pasando por Hebe de Bonafini, histórica luchadora por la libertad y los derechos humanos en plena dictadura militar, hasta Ernesto Sábato, que fue miembro, y trabajó desinteresadamente, en el informe de la CONADEP durante el gobierno de Raúl Alfonsín ( informe que luego permitió el inicio de los juicios a la junta militar y a muchos otros asesinos que estaban bajo su manto), estamos hablando de gente con un alto sentido ético y de una seria responsabilidad social.

Con su trabajo han contribuido a fortalecer la democracia y sobre todo a vivir en paz.

Dicho todo esto, de ninguna manera es aceptable, ni muchos menos tolerable, considerar que los derechos humanos "son un curro"; en palabras de Macri una "avivada" para sacar provecho o beneficiarse de algo "imaginario", que no requiere dedicación y trabajo. Muy por el contrario, trabajar y dedicarse a defender los derechos de las personas sigue siendo una de las actividades más dignas que se pueden ejercer, y ojalá hubiera más gente trabajando y más políticos colaborando y respetándolos.