El descubrimiento de los antibióticos y entre ellos, la penicilina, se convirtió en un avance significativo para la Salud mundial. Estos medicamentos destinados a destruir o impedir la multiplicación de bacterias, han curado y curan enfermedades, disminuyendo así las cifras de mortalidad.

Sin embargo, el uso excesivo o mal uso de los antibióticos, provoca un aumento de la resistencia de las bacterias; adquiriendo estas las suficientes defensas para hacerse cada vez más fuertes, convirtiéndose en un peligro para la salud mundial. Pero no es el único; otra fuente de amenaza proviene de las granjas y criaderos de Animales para consumo humano.

Pollos, vacas, cerdos, son tratados con antibióticos, tanto en caso de enfermedad como así también, de manera preventiva, provocando una resistencia inmunológica de estos animales a enfermedades que también se presentan en los seres humanos. Determinadas cepas de bacterias resistentes, se transfieren de los animales a las personas cuando estas los consumen, exponiéndolas a enfermedades, donde los antibióticos de uso corriente ya no causan el efecto esperado.

En la cría de animales para el consumo, se utilizan drogas y antibióticos no sólo para enfermedades, sino también hormonas para engorde y crecimiento, esteroides para elevar el peso y, tranquilizantes para disminuir el estrés. En el presente se están realizando estudios, para verificar las consecuencias y los riesgos para la salud humana,que puede acarrear la ingesta de animales que han sido tratados con nitrofuran, neomicina, gentamicina, trimetoprin, etc., utilizados hoy en día en los criaderos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), alertó sobre el resurgimiento de enfermedades mortales causadas por bacterias resistentes a los antibióticos. De allí que, países como Suiza, Francia y Australia los han prohibido, castigando severamente el uso de antibióticos en animales. Esos dos últimos países también han vetado el uso de hormonas.

En Alemania y Holanda se ha restringido el empleo de la penicilina y la tetraciclina; y Estados Unidos impide la aplicación de nitrofuranos y ampicilina.

Pero el peligro no termina ahí; residuos de antibióticos en altas concentraciones se encuentran en el estiércol de esos animales, así como también las bacterias resistentes a los mismos.

Esas heces son utilizadas como abono o fertilizante en el cultivo de verduras y frutas, también para el consumo humano; y otra parte de ellas, terminan en aguas subterráneas y en los ríos, contaminando todo el medio ambiente.

Pese a la gravedad de esta situación, rara vez estas sustancias aparecen en la etiqueta de estos productos, o advierten al comprador al momento de adquirirlos. Ejercer el derecho de los consumidores habilita para exigir la revisión de normas que regulan la industria de la cría de animales y la agricultura, de modo que las mismas persigan como objetivo primordial, la seguridad de que el producto a consumir esté libre de sustancias que puedan provocan consecuencias no deseadas en la salud de los seres humanos.