La disfunción sexual habitualmente se traduce en una falta de deseo. Los síntomas que la persona manifiesta son: cansancio, sueño, dificultades en la atención, carácter irascible. Estos son comunes en las mujeres alrededor de los 50 años y se los conoce como menopausia. Con el nombre de andropausia, se presenta el mismo conjunto de manifestaciones en los hombres de entre 60 y 75 años.
En ambos sexos se trata en realidad de hipogonadismo, es decir, de una disminución de la producción de hormonas por parte de las glándulas sexuales: testículos en los hombres y ovarios en las mujeres.
Los niveles de estrógenos en ellas y de testosterona en los varones se reducen normalmente con los años; sin embargo en estos últimos no se evidencia de un modo tan abrupto.
El hipogonadismo presenta otras causas además de la anteriormente mencionada, producto del proceso de desarrollo normal de los seres humanos y, que se encuentra directamente relacionada a su edad cronológica.
Existen motivos de tipo primario, cuando los ovarios o testículos no funcionan correctamente debido a infecciones, enfermedades hepáticas o renales, radiación o cirugía, entre otras. Asimismo, el hipogonadismo puede aparecer por causa central, es decir, cuando son los centros del cerebro encargados de controlar a las glándulas sexuales -hipófisis e hipotálamo-, los que no operan apropiadamente debido a problemas genéticos, traumatismos, deficiencias nutricionales, rápida pérdida de peso, exceso de hierro, algunos esteroides y opiáceos.
Se pueden realizar diferentes exámenes para diagnosticar estos trastornos. Las pruebas pueden incluir: nivel de estrógenos en las mujeres y, de testosterona y conteo de espermatozoides en los hombres. También, análisis de sangre para anemia y hierro, y estudio de tiroides.
Distinta es la llamada 'disfunción eréctil', donde se produce un endurecimiento de las arterias del pene, provocando la incapacidad de alcanzar o sostener una erección que permita tener una relación sexual.
La circulación sanguínea es fundamental para el correcto proceso, que se inicia con la estimulación mental y de los sentidos, donde los impulsos del cerebro provocan la conducción neurobiológica que dilata las arterias del pene, posibilitando que la sangre fluya y expanda así, el miembro masculino.
Las disfunciones antes expuestas, aparecen por razones de tipo orgánico; sin embargo, pueden ser permanente o transitorias y manifestarse a cualquier edad, por motivos psicológicos.
Hoy en día, estas son cada vez más comunes debido al estrés laboral o económico, problemas familiares, ansiedad o depresión. La excesiva preocupación por las dificultades de la vida, la incapacidad en muchos casos de no saber manejarlas o de no encontrar la forma y el tiempo para relajarse, inciden directamente en la vida sexual de la pareja.
Para ayudar a prevenir estas disfunciones, es básico mantener un peso corporal acorde a la edad, la actividad y la estatura, conservar hábitos alimenticios sanos, realizar ejercicios físicos y evitar el tabaco. Organizarse de tal forma que, además del tiempo dedicado al trabajo, se planifiquen momentos para realizar tareas recreativas o deportivas, hobbies, salidas con amigos o familiares.
Siempre, en todos los casos, frente a un síntoma lo más importante es la consulta médica porque, cualquiera sea el origen, existe una solución y un tratamiento adecuado para cada uno. Retrasar una evaluación profesional que permita conocer con certeza la causa, sólo empeorará la situación existente.