En otra de sus habituales y rotundas declaraciones de principios, el Papa Francisco, ese que llegó como aire nuevo a una Iglesia Católica atenazada por un dogmatismo paralizante, afirmó que "la riqueza no compartida genera corrupción".

Una pocas palabras cargadas de pólvora, si se tiene en cuenta que las pronunció el máximo representante de los católicos de todo el mundo, y que apuntan directamente a "diagnosticar" buena parte de la historia de la humanidad, con el presente como ejemplo principal. Posiblemente para muchos, sea sólo un pronunciamiento más en la línea de Francisco, pero no se puede olvidar que durante siglos, ese trono eclesiástico estuvo ocupado por representantes que preferían no desnudar las miserias del poder económico concentrado.

Durante siglos, y siempre con las excepciones del caso, fue menos conflictivo mantenerse en silencio con aquello que corrompe al ser humano y atenta contra la sociedad en su conjunto. En este sentido, era más estratégicamente correcto y rentable llevarse bien con las altas esferas de poder, que a su vez, garantizarían que la Santa Sede no se vea "sacudida" en ningún sentido.

Pero hoy, el llamado "Papa argentino" es el que ocupa el sillón del Vaticano, y ha dado sobradas muestras de que cuando tiene un micrófono frente a su boca, o frente a los miles de fieles que siempre lo aclaman, las formas y palabras de aquella antigua iglesia, se hunde en el más absoluto pasado.

Esta vez, el escenario fue la homilía de la misa de Santa Marta, en la que el pontífice dejó claro que las riquezas deben servir para el "bien común", y que aquellos que las acumulan con fines egoístas llevan una vida "triste" y "sin esperanza".

Este cimbronazo a la conciencia de los materialistas acérrimos, tuvo su remate en un: "pierden ellos mismos y se alejan definitivamente de Dios". Pero Francisco consideró que debía cerrar la idea y atribuyó a esta actitud con la riqueza, el origen de todo tipo de corrupción: personal, comercial, política y educativa.

Es posible -y algunos ya lo aseguran-, que el "Papa argentino" este cosechando muchos enemigos en la sombra, pero mientras tanto, estos deben recibir agazapados el atronador sonido de sus palabras.