En el marco de una sociedad que reclama por los derechos de las mujeres y el freno de los femicidios, el pasado 17 de junio se dio a conocer el caso de una niña de siete años que sufrió del "juego de la violación" en una escuela primaria de Tamaulipas, en México. La menor fue agredida sus compañeros con el pretexto de estar jugando.

La madre de la niña denunció a las autoridades escolares ante el Ministerio Público, porque considera que no actuaron como debían. Asimismo declaró que la maestra justificó los actos diciendo que "ella tuvo algo de culpa debido a que es la más bonita del salón, además anda coqueteando con los Niños".

La docente de segundo grado, Olivia Mejía, llamó a la mujer para informarle del hecho, en el que estuvieron involucrados siete niños. De acuerdo a su relato ella llegó al aula y los descubrió en una situación preocupante: la tenían a la niña tirada en el suelo y le habían quitado la blusa y los zapatos. Además la habían atado de pies y manos y le habían tapado la boca.

La madre comentó que su hija ha quedado muy traumatizada por su lamentable experiencia, que no quiere hablar, no come ni duerme. Se ha vuelto un poco agresiva y sufre de temblores constantes.

Por su parte, la directora de la escuela Herman Harris Fleishman argumentó que no cree que haya pasado semejante tragedia, ya que sólo se trata de niños.

Estos a su vez, explicaron que para ellos solamente era un juego, "el juego de la violación".

Esto demuestra al menos dos hechos contundentes: por un lado, la visión de juego que tienen los niños, que deviene en una necesidad porque se les enseñe su definición. En un juego todas las partes involucradas deben querer participar, conocer las reglas y aceptar jugarlas por voluntad propia.

No hace falta además aclarar que un "juego sexual" necesita de mayores límites que tienen que ver con la edad, para los cuales ellos aún no estaban en condiciones de llevar a cabo por su condición de infantes, y por lo tanto, su falta de madurez psíquica para entender lo que estaban haciendo.

Por otro lado, esto también demuestra cómo aún la sociedad debe avanzar en su camino por superar el machismo y respetar a las mujeres, que como se ve, comienza en actitudes aprendidas a muy temprana edad.

Es necesario que la sociedad tome cartas en el asunto y avance en la defensa de los derechos de mujeres y niñas. Es preciso que quienes pueden influir en los niños y en la sociedad en general, lo hagan de manera positiva. En este sentido, se hace imprescindible comenzar a abandonar argumentos que culpabilicen a la víctima de acoso, como fue el caso de esta niña de siete años, a la que se la responsabilizó de tener parte de culpa por ser bonita.

Habrá que esperar que la acción de la justicia dé una respuesta.