Si te golpean, hay que levantarse. Si la realidad se acostumbra a someterte, hay que levantarse. Si los números y las finanzas no dejan de responder negativamente ¿puede uno levantarse? Seguramente es lo que se preguntan los grandes popes de una empresa como Blackberry, ya que las cosas están cada día más oscuras.

Por momentos parece una película en la que ya sabemos el desenlace y no es nada grato. La compañía canadiense hace rato que quiere salir a flote, pero son simples conatos sin éxito. Un gran golpe fue el abandono del servicio de mensajería más importante del mundo: Whatsapp tiene mil millones de usuarios y realmente su ausencia no puede más que representar una sangría.

En muchos países se protestó, ya que este tipo de móviles se seguían usando, forzando a los pocos clientes a abandonar los productos de la empresa de Chen.

Pero los sinsabores no se reducen a eso: junto al intento de creación de dos nuevos modelos de celulares para Android que tuvieron paupérrima repercusión, ahora se suma que el Senado de Estados Unidos dejará de utilizar sus Blackberry. Se rompió definitivamente un vínculo de alrededor de 10 años, en el que se proveía material a muchos funcionarios.

De esta forma, tenemos un nuevo golpe y nuestro boxeador ya está tambaleante contra las cuerdas. Ahora los senadores del gigante del norte trabajarán con algún modelo Sansung o Apple, cuestión aún no confirmada.

Era un público cautivo para la compañía canadiense que se pierde ahora y de esa forma está cada día queda más lejos de sus competidores.

Celulares que tuvieron su apogeo hace una década: enviaban mails cuando con ningún otro podías, su teclado físico no era para nada un incordio y el nivel de seguridad era sublime. Una fama que duró un buen tiempo, pero que se evapora con la velocidad del rayo.

Realmente la situación Blackberry demuestra lo difícil y siniestra que puede ser la puja en estos rubros.

Chen, director ejecutivo de la compañía, había mencionado hace tiempo la necesidad imperiosa de "hacer dinero". Los números no son alentadores e incluso circula el rumor de una bancarrota. Las aplicaciones huyen despavoridas, los nuevos modelos no son exitosos (incluso por sus valores, poco económicos para el mundo corporativo) y ahora el Senado de Estados Unidos les da la espalda. Tiempos lóbregos se avecinan o, por lo menos, de grandes cambios.