Nepal, uno de los países más pobres de la tierra, ha sido azotado por dos terremotos en menos de 20 días. El sábado 25 de abril, el país asiático era noticia a nivel mundial; un sismo de 7.8º acababa con la vida de aproximadamente 8000 personas y dejaba un saldo de más de 15 mil heridos.

Cientos de personas lucharon por sus vidas bajos los escombros de un país en ruinas. El gobierno tardó en reaccionar y en ofrecer la ayuda necesaria a los traumatizados sobrevivientes, que se alojaban en tiendas de campaña cuando las réplicas empezaron a sentirse.

Para empeorar la situación, el país no cuenta con los suficientes recursos médicos ni centros de salud para atender a la gran cantidad de heridos que hora tras hora aumentaba.

El segundo terremoto ocurrió el lunes 11 de mayo y tuvo una magnitud de 7.3º en la escala sismológica de Richter. Según varios estudios acerca de los movimientos tectónicos y análisis que se han realizado a través de los años, Nepal corre el riesgo aún de ser golpeado por un desastre natural mayor. Las consecuencias de este desastre natural son peores que las que hubiera dejado un sismo del mismo nivel en un país con menores niveles de pobreza, una mejor infraestructura, mejor economía y una estructura social superior.

El primer ministro nepalí, Sushil Koirala, ha sido criticado por no realizar el suficiente esfuerzo en encontrar soluciones eficientes, así como por problemas logísticos, ante lo cual se ha defendido respondiendo: "Hacemos lo que podemos con los medios que tenemos". La cifra de personas que necesitan ayuda humanitaria a causa de los dos terremotos es aproximadamente de 8.1 millones según el UPND (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo). En 11 distritos diferentes un millón de personas han recibido ayuda alimentaria, y 53 centros de refugio para niños alojan a 5.300 infantes.

Testimonios de mujeres que esperan encontrar desesperadamente un lugar seguro para ellas y sus familias abundan. Ahora comparten lugar con otras familias en campamentos para refugiados, en donde la mayoría de las veces no tienen acceso a cosas básicas como un baño. Según relata una mujer llamada Rajni Parajuli, quien solía vender vegetales que sembraba en un pequeño terreno de tierra antes del terremoto: "Sin el acceso a sanitarios yo y las otras mujeres de la aldea tenemos que hacer nuestras necesidades al aire libre. Me avergüenza durante el día, y me da miedo salir por la noche" puntualiza. Por otro lado, Sudha Adhikari, una joven de 22 años, que logró sobrevivir junto a su hijo de 4 meses, contó que su esposo partió hace unos meses a Qatar en busca de trabajo. Sin embargo, aunque él quisiera regresar no puede hacerlo, pues no cuenta aún con el dinero suficiente para retornar.

Las calles están abarrotadas de personas con miedo de volver a sus casas a medio caer y de aquellos que quedaron sin nada. Otros, que buscan a sus familiares y vecinos, transmiten la tristeza, la impotencia y la frustración de los sobrevivientes que esperan poder desplazarse a un lugar donde puedan escapar del peligro.

Los siete monumentos ubicados en Katmandú y que habían sido declarados patrimonio de la humanidad por la UNESCO han quedado completamente destruidos. Hay zonas rurales del país que también sufrieron graves consecuencias a causa del terremoto, a las cuales ha sido difícil para los rescatistas llegar debido al grave estado de las vías de acceso.

La cifra de muertos después de los dos terremotos supera las 8.000 personas, mientras que el número de heridos excede los 17 mil.

Los costos para reparar las pérdidas materiales son demasiado altos para un país como Nepal. La ayuda internacional que ha llegado de países como Estados Unidos, Inglaterra, España, Japón, China, e Israel entre otros,  es muy necesaria para empezar a levantar a un país doblemente mortificado en pocos días.