En América Latina hay ciertos estándares que muchos llaman “comunes”: ser católico, heterosexual, terminar una carrera universitaria, aspirar a casarse, tener hijos, un auto, un trabajo estable, etc. Esos ítems que a uno le inculcaron para “cumplir en la vida”, ¿son así en esta época?; ¿realmente uno aspira a eso? Creo que la cuestión va un poco más allá que esos objetivos.

Por empezar, esas “metas” que nos dijeron que tenemos que cumplir no son más que imposiciones culturales. Lo “normal” es que uno termine la escuela, empiece la universidad, se reciba y se case o forme una familia.

Sino basta con escuchar a las personas mayores que dicen “ahora que sos adulto y trabajas, te queda encontrar una pareja y formar una familia”. ¿Eso es lo que uno de verdad quiere?; ¿No será que las tradiciones antiguas creen que los tiempos no han cambiado? Algunas personas todavía creen que es obligación salir de noche en pareja, si es que uno tiene, porque, de lo contrario, “algo anda mal en la relación”.

Los tiempos han cambiado demasiado si se lo compara con épocas anteriores. Muchas personas optan por vivir solos, hacer su vida a su manera. Otras tienen pareja, pero cada uno vive en su casa y se ven de manera eventual. Hay parejas que se casan y tienen hijos. Entonces, habiendo tanta diversidad, ¿qué es lo “normal”?

lo normal lo entiendo como lo que responde a los estándares establecidos de manera cultural. Todo lo que escapa de lo impuesto por las tradiciones está “mal visto” para muchas personas. Cuántos casos hay de que una persona homosexual no se anima a decirle a los padres o a su entorno social por miedo a que lo rechacen o no lo traten de la misma manera.

Y la realidad es que la sexualidad se es, no se elige. Yo no elijo sentir atracción por tal persona, simplemente lo siento y nada más. Lo “normal” es, para muchos, sentir algo por el sexo opuesto. Pero si no entro en ese casillero, ¿soy raro?; ¿soy extraterrestre?; si profeso la religión judía, ¿estoy equivocado?

La cultura nos ha estructurado de una manera tal que tendemos a ver y caracterizar lo diferente como lo “raro” o lo que está “fuera de lo normal”, ¿y qué determina los límites de lo “común”?

Los límites de lo “normal” lo determina la cultura. Aquello que sale o escapa de determinado pensamiento o ideal arraigado en la sociedad, no es algo “raro”, sólo son otros modos de vivir, sentir y pensar. Que una mujer decida no depilarse no es algo “anormal”, simplemente es algo que decidió y que quiere hacer con su cuerpo. Aquel varón que sale a la calle con una remera de color rosa no es homosexual, solamente optó por salir y ponerse esa prenda. La cultura no sólo encasilla, sino que, además, estigmatiza.