“Nunca había vivido una experiencia tan terrorífica como aquella noche del sábado”, fueron las palabras de Pablo Leyva, un ingeniero venezolano residenciado en Quito, Ecuador, que vivió en carne propia el devastador terremoto de magnitud 7.8 en escala de Richter que sacudió a la nación sudamericana el pasado 16 de abril, y que se convirtió en uno de los 10 sismos más devastadores en los últimos 20 años en Latinoamérica.
El ingeniero en sistemas, que se mantiene constantemente viajando entre Ecuador, Venezuela y Perú, motivado al área en la que desarrolla su trabajo, narró paso a paso cómo vivió esa fatídica noche del sábado.
Recordó que se encontraba en el piso 8 de un edificio ubicado en el centro de Quito cuando ocurrió lo inesperado.
“Al momento del sismo eran las 7:00 pm y me encontraba visitando a unas amistades aquí en la ciudad de Quito. Estábamos en un piso 8, sentados en la mesa, cuando (...) la amiga mía se da cuenta que empezaba a temblar. De repente ese temblor se hacía cada vez más fuerte, empezaron a caerse las cosas y se movía mucho el edifico. Nosotros nos fuimos hacia el marco de la puerta y se escuchaban muy fuerte los gritos de los vecinos. La situación fue terrible”, recordó el venezolano.
Para Leyva la duración del temblor se prolongó más allá de un minuto, por lo que recordó que su acompañante se empezó a desesperar.
“Yo la calmaba, en la puerta estuvimos ella junto con sus hijos y yo esperando a que todo pasara pero parecía que se hacía más extenso el movimiento. Recuerdo que yo lo que hacía era calmarla porque estaba muy nerviosa”, narró.
“Es la primera vez que vivo un terremoto de tal magnitud, en Venezuela había vivido temblores pero de pocos segundos, no de tanto tiempo ni tanta fuerza como éste.
Es como si la tierra quería acabar con nosotros”, argumentó el venezolano que vio como toda una nación pasó de la tranquilidad al caos en fracciones de minutos y que convirtió a toda una ciudad en una verdadera catástrofe.
Agregó que tras el devastador terremoto vinieron las réplicas, que eran igual de fuertes. “También sentí la que se produjo días después, de 6.2, que duró aproximadamente quince segundos pero que se sintió muy fuerte también en Quito”, detalló.
Sin embargo, ante este panorama nada alentador para la sociedad ecuatoriana, el venezolano quedó sorprendido por las respuestas de apoyo y Solidaridad de los ecuatorianos en la calle, quienes sin distinción alguna se volcaron a ayudar a sus connacionales afectados:“Me sorprende la solidaridad de la gente aquí en Quito en apoyo a las personas que sufrieron más daño, sobre todo en la costa. Hay mucha solidaridad y en seguida de dispusieron varios puntos de recolección de agua potable, ropa, comida, enlatados, medicinas y otros productos”
“Tu vas caminando y observas que en muchos edificios y parques públicos hay puntos de recolección en donde los jóvenes además hacen filas para incorporarse al voluntariado de rescate para salir luego a la calle a prestar ayuda. De verdad me ha sorprendido la unión que tienen para hacer una sola fuerza y salir juntos de todo esto tan lamentable”, concluyó.