México D. F. es la ciudad más poblada del mundo, avenidas interminables y tantos lugares por conocer que ni los naturales de la ciudad conocen la totalidad de sus barrios. Una ciudad varias veces más grande que Buenos Aires, es fácil de imaginar que tenga un gran número de sucesos, en esta ocasión ha sorprendido tanto el hecho, como lo estudiado del terrible crimen por parte de la presunta autora.
María Alejandra Lafuente Casco ha sido acusada del asesinato de su marido, Allan Carrera Cuéllar. La mujer, psicóloga de profesión, lo descuartizó con una sierra eléctrica y guardó la misma en su casa de la Colonia de Tetepan, sita en la delegación de Xochimilco, además se encontraron en bolsas de plástico la cabeza y las manos de su marido.
Todo empezó el 6 de noviembre, cuando en la Colonia Roma del DF se encontraron el torso sin extremidades de Allan Carrera, en la tarde del mismo día fueron descubiertas las extremidades superiores e inferiores, que no tenían ni manos ni pies en sendas bolsas de plástico.
La mujer al principio declaró como testigo, aunque las contradicciones la delataron al detectar la policía que era ella misma la que mandó mensajes por el celular, haciéndose pasar por su marido para que la familia no denunciara su desaparición. En un último giro de tuerca de María Alejandra, aprovechó sus relaciones y contactos con compañeros de profesión para ingresar en una institución psiquiátrica como paciente. Esto no hará que se exima de responder ante la justicia debido a las pruebas que tienen las autoridades de la policía del DF contra ella.
Las respuestas por parte de familiares de la pareja son de incredulidad ante el crimen y se desconocen las razones que llevaron a la esposa a asesinar de una manera tan brutal a su marido, en un asesinato muy planeado según las fuentes cercanas a la investigación.
La tasa de homicidios pasionales en la capital de México es bastante alta y cada vez es más corriente ver asesinatos entre parejas pero no de la crueldad del perpetrado, incluso la policía comenzó sus investigaciones pensando en que, quizás, pudiera deberse a algún ajuste de cuentas, cuando se trataba de un crimen pasional.